¿Sabías que las heridas del alma marcan nuestro destino? ¿Sabías que todos los seres humanos independientes de su cultura, religión y ubicación    tenemos muy marcadas las cinco heridas del alma? Es el anhelo de mi alma compartir mi experiencia de vida; por eso; genero este espacio para contarles como he podido reconocer las heridas del alma y como he podido ir aumentando gradualmente mi porcentaje de paz interior. Contar mis historias de infancia para que ustedes se vean reflejadas en ellas y me puedan compartir sus experiencias y entre todos podamos construir un mundo más consciente más amoroso y más feliz, ya que estos valores internos son los que pueden hacer un mundo mejor. A continuación, mi primera historia…

Recordando mi infancia veo un ser maravilloso con una inocencia infinita jugando con su amigo imaginario, en mi sueño…

Posado en mi cama arropado con mi cobija de lana de rayas multicolores recuerdo ver a mi tía Evelia hilar la lana de color café oscuro, mi tía era una campesina de amorosa apariencia y llena de compasión; en su brazo izquierdo sostenía una cantidad bastante grande de lana; el día anterior lo habían llevado a la casa materna, en su mano derecha tenía un palo largo de madera con una punta muy fuerte, la cual utilizaba para hilar la madeja de lana café, llega a mi mente el olor característico de oveja. Qué momentos tan hermosos; lo único que quería era disfrutar del momento, del paisaje; ese olor a leña que brotaba de la cocina de mi abuela María me preparaba a disfrutar de un café único en su sabor.

Mi padre Cupertino un hombre de carácter fuerte y rudo, me miraba con compasión amorosa, la cual a mí me intimidaba, recuerdo su mirada, me intimidaba, me sentía juzgado a cada momento de mi infancia, con voz fuerte me ordenaba…. Carlos tráigame el tinto; pero ni se le ocurra traerlo frío, que tarea titánica era para mí llevar un tinto caliente, intente muchos métodos para complacer y ganar su aprobación, ninguno funcionaba y día tras día era un momento tenso y doloroso; el ganar su aprobación se había convertido en unos de mis primeros retos, mi mente analizaba en qué momento este bendito pocillo de loza blanca con flores multicolores se enfriaba, qué extraño fenómeno que no comprendía colocaba como un tímpano de hielo el manjar de disfrutar una taza de café bien caliente. Al pasar de los años un día se me ocurrió colocar el pocillo sobre la olleta, mientras se preparaba la bebida mágica; eureka había encontrado una solución al pocillo le podía quitar ese estúpido témpano de hielo que traía dolor y rechazo, este témpano de hielo era el culpable de tantos regaños y desaprobaciones. Eureka por fin había encontrado el método de no más regaños, me imaginaba la cara de felicidad de mi padre al probar después de mucho tiempo, por fin un tinto caliente hecho por mi hijo Carlos, me imaginaba a mi padre contándole a mi madre, ya Carlos sabe preparar un tinto caliente…. Lleno de fuerza y entusiasmo, baje del fogón de la estufa   con un trapo de la cocina, el pocillo que reposaba encima de la olleta, coloque el café molido al agua panela con canela; no podía perder ni un instante, el demonio del hielo podría llevar al traste mi objetivo de un tinto caliente. Lleno de amor procedí a llenar el pocillo con la maravillosa bebida de color café oscuro, ahhhh era un buen café. Me dirigí con diligencia a la cama donde mi padre como todas las mañanas hacia su santo rosario, coloqué sobre el pocillo un plato, no se podía enfriar, así lo protegía de ese frío, este era el culpable de tanta indiferencia paterna, …. Padre, en esta ocasión tu tinto si está caliente, no lo puedes dejar enfriar, tómatelo de una, esas fueron mis palabras amorosas y llenas de temor. Sentí su mirada, un frío hielo paso por todo mi cuerpo, en ese momento mi voz interior me dijo ahora si lo lograste por fin lograste agradar a tu padre. Todavía recuerdo su expresión cuando sus labios se posaron en el pocillo caliente, “Hueputa” está caliente, sus labios se ampollaron, los había quemado, qué horror no sirvo para nada, Salí corriendo ahora mi cuerpo físico iba a ser golpeado por la correa justiciera de mi padre………….

Hoy en día cuando disfruto la charla con un amigo acompañado de una taza de café, me dicen “hombre se te va a enfriar el café:” vaya historia, acabo de comprender por qué no me tomo el café caliente………….

La herida del rechazo se instauró en mi subconsciente, buscaba aprobación de cada acto ante aquella persona que significara autoridad, lo cual trajo un desequilibrio muy grande en mis relaciones y en mis decisiones de vida. No confiaba en mi CHISPA DIVINA, no creía tener derecho a la felicidad   ni mucho menos al amor, ha sido un largo trabajo el reconocer mi CHISPA DIVINA y dar gracias a mi Padre reconciliándome con su presencia y jerarquía.

Son cinco las heridas del alma: 

  1. HERIDA DEL RECHAZO.
  2. HERIDA DEL ABANDONO.
  3. HERIDA DE LA HUMILLACIÓN.
  4. HERIDA DE LA TRAICIÓN.
  5. HERIDA DE LA INJUSTICIA.

Las iremos tratando y explicando de una forma didáctica y con la colaboración de todos mis lectores en su retroalimentación iremos hilando una sociedad de cuarto nivel y porque no de quinto nivel de conciencia, como lo propone ACADEMIA DE SABIDURÍA UNIVERSAL (ASU), a través de sus diferentes programas.